martes, 7 de julio de 2015

La Confusión que provoca el calor

Si a Dinio era la noche lo que le confundía, a mí es el calor. En cuanto llega el buen tiempo me pongo nerviosa. Incluso cuando tengo más tiempo para hacer mis cosas de siempre (las que hago también con el frío). Me saturo con nuevos asuntos y acabo por cargarme con mil tareas, algunas incluso completamente innecesarias o irrealizables.
Los días son más largos, las horas en la oficina más breves, pero hay que tener en cuenta que el tiempo para todo es exactamente el mismo; y una tiene que organizarse. Esta era mi intención para este verano, para este año y/o para esta vida, madurar.

Espero que mi sazón vaya llegando paso a paso (partido a partido) y por primera vez en años, pensando con la cabeza y siendo (alocadamente) organizada. El problema es que sin quererlo ni beberlo (o esto último sí...), me he visto envuelta en un verano inesperado. Y esto es lo más genial de todo, Cuando tienes tus buenos propósitos esperándote para que los cumplas con ese desarrollo que te creías habías planeado, llega algo o alguien y te desmonta la cordura. Así que vuelves a la confusión y la imposibilidad de concentración que te provoca el calor. Cambias la lucidez por ganas de mar y canciones afinadas en la playa, grandes ventanales y gatos que más que mascotas parecen hijos.

De lo aprendido con los años, esta vez he ganado gracias a la experiencia que "podemos estar estresados y no acordarnos de las cosas importantes por culpa de las urgentes ", así que no tengamos prisa, que como bien dice mi tía: "Nosotras no tenemos prisa ni nadie que nos la meta. La prisa, digo".

Todo es posible. Todo está por hacer. Y si el calor confunde, enchufemos los ventiladores que hagan falta, movamos con fuerza el abanico o vayámonos al otro lado del mundo a estabilizar la locura o bien terminar de perder la cabeza del todo. Pero hagamos lo que nos de la real gana y seamos felices, porque La Vida es Maravillosa.



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